Seguidores

martes, 7 de junio de 2011

Cómo explicar que no se hablar de mi sin pronunciar tu nombre.

Te fuiste. Y de la misma forma has vuelto.
De la noche a la mañana. Sin previo aviso. Sin porqués ni peros.

Cuando te marchaste ni siquiera me dijiste adiós, no te molestaste en hacerlo. Simplemente desapareciste. Sin dejar rastro.
Me preocupé por ti. Demasiado. Incluso te di por muerto durante un tiempo, hasta que poco a poco dejé de hacerlo. Dejaste de importarme. El echo de estar ausente te estaba pasando factura.
Lo primero que olvidé fue tu voz, la forma en la que me hablabas, cómo eras conmigo.. Hasta llegar a olvidarlo todo, tu cara, tu forma de ser..
No voy a negarte que te eché de menos. Porque te eché de menos. Mucho. Quizá demasiado. Hubo noches en las que no pegué ojo pensando qué harías, pensando si pensabas en mi. Pensando qué te estaba pasando para sentir el dolor que sentías... Y ha habido noches en las que no te he echado de menos, en las que no he pensado en ti, en las que no me ha preocupado tu paradero.

Han sido demasiadas decepciones. Demasiadas promesas rotas. Demasiadas preguntas sin respuesta. Demasiado de todo. De todo, menos de ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario