Me hice a tu medida para complacerte. Compartí todos y cada uno de mis miedos contigo. Me hiciste partícipe de tus fantasmas, de los que al final terminé adueñándome. Conseguimos hacernos sonreír cuando creíamos que todo estaba acabado. Te apropiaste de mis días, de mis horas, de mis pensamientos, y de mis noches.
Noches en las que compartimos susurros, bostezos, risas, anécdotas del día, recuerdos...
Compartimos demasiadas cosas...
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