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viernes, 3 de junio de 2011

Apareciste, después de dos o tres años tras una barra que separaba un parking de la acera peatonal, no me fijé, lo hice en tus amigos. Tu ya me habías visto. Dos minutos después nos (re)encontramos -yo sin saberlo- frente a un estanco, el único estanco que hay en la avenida. Me seguía fijando en tus amigos, especialmente en uno con chaqueta negra que me pareció realmente atractivo. Cuando salisteis del estanco te diste la vuelta muy poco disimuladamente y me miraste para cerciorarte si era quien creías que era. Y si, era yo. Entonces, otra vez, de manera muy poco disimulada hiciste saber a todos y cada uno de tus amigos que estaba delante de ti; no entendí el motivo -y sigo sin entenderlo- pero algo se despertó en mi. Estabas distinto, con barba y con una bonita chaqueta blanca..excesivamente guapo. Me miraste, te miré, nos miramos y todo se quedó ahí, en una tímida sonrisa... Hasta que el otro día nos volvimos a encontrar, en esa misma avenida pero unos kilómetros más arriba. Era la segunda vez que nos cruzábamos después de dos años y esta vez fue diferente. Yo bajaba. Tú subías. Ambos nos vimos desde varios metros de distancia y cuando pasamos el uno al lado del otro me sonreíste con una media sonrisa rompedora y me saludaste... Desde ese día no sé por qué, rondas mi cabeza. Es absurdo.


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