El problema es que yo no quiero perder el tiempo.

Que si por mi fuera, ahora estaría sentada en el vagón de ese tren que tiene por destino tus brazos. Y si de mi dependiera, te habría visto en otro sitio que no fuera en sueños. Y ya habríamos paseado por ese lugar que durante un escaso periodo de tiempo llamamos nuestro. Te habría robado más de un millón de besos, y te habría regalado otros cientos de miles. Te habría parado en mitad de la Gran Vía y te habría besado, la gente se nos habría quedado mirando y pasaría a nuestro lado rozándonos. Habríamos comido un frapuccino de chocolate que tan loca me vuelve en el Starbucks de la Plaza de Callao. Y con la boca aún congelada te habría vuelto a besar. Habríamos hablado de esa cantidad de temas de los que tenemos que hablar. Te habría pedido que cerrarlas los ojos, que confiaras en mi, y cuando ya los tuvieras cerrados, te habría besado por enésima vez; con un beso suave, tranquilo, saboreando el aroma de tus labios..

 Si fuera capaz, te diría cosas que seguro nadie te ha dicho. Cosas que siento, de las que estoy completamente segura. Cosas de las que me di cuenta. Quizá tarde. Pero puedo asegurarte que jamás había estado tan segura de lo que quiero. Y todo lo que quiero, empieza y acaba contigo.

Dicen que a la tercera, va la vencida.